lunes, 2 de febrero de 2015

El arrebato de Lol V. Stein, de Marguerite Duras, una lectura acalorada

"... sólo pretendía amarla con toda su alma lo más perfectamente posible, lo que hizo durante mucho tiempo hasta que ella se percató;" 
(Margarita de Navarra, "La muerte de un caballero enamorado", Narración IX - El Heptamerón, 1542)

"El verdadero rayo, el que nos hace sucumbir, es el encuentro con un hombre"
(Marguerite Duras)*

Leo El arrebato de Lol V. Stein -publicada en 1964-, de Marguerite Duras.
He sabido de esta novela casi desde siempre. ¿He sabido? ¿Qué he sabido? El título, por ejemplo, opera como un significante que establece un código de pertenencia a la cultura contemporánea en estas latitudes que habito. Y en otras, claro.
He sabido de la novela por mi analista, por amigas analistas, un poco menos, quizá nada, por otra clase de lectores.
He escuchado de la novela también porque la locura es una posibilidad a la que muchos tememos, con la que hemos tenido contacto, es un arrebato, a veces sin retorno, del ser.
La locura, el abismo, es lo desconocido, allí donde vive (o no vive) Lol.
Entiendo que es un libro de culto en el campo psi, por la lectura que hace del texto Lacan en su homenaje a MD, y la devolución a ésta que hace Marguerite Duras, una Marguerite de Lacan que es más Marguerite que otras.
Tal vez.
Pueda decir.
Por supuesto que no entiendo bien a Lacan, lo cual no me impide intentar una y otra vez leerlo, acercarme a sus textos no como mosca que va la miel, sino como un insecto atraído hacia la luz, pero consciente de sus limitaciones de comprensión. No sé si busco respuestas en sus escritos, sino preguntas...Algo capto, algo alumbra en mí, algo me interpela y creo entender, siempre hasta ahí, como caminando sin gravedad en un planeta un tanto extraño. Como cuando nos proponen un léxico nuevo, atractivo, que nos recuerda en sus ecos la lengua materna, pero con vocablos que de pronto irrumpen en el discurso y nos desconciertan, nos sumergen en una ignorancia curiosa, hambrienta.
Así que, todo lo que esta novela tiene para abrir, para decir, en ese campo, mejor.
Solo sé que Lol, ese "ser-de-tres", ese vacío, esa mirada que busca ser incluso sin cuerpo, esa nada, esa vacuidad que repite rituales del orden burgués, calculados, fríos, es como el reverso de su pasión arrebatada, ese fuego que en lugar de dejar cenizas, o memoria, o dolor, ha dejado en ella vacío. Una opacidad, por así decirlo, casi tan oscura como las luces de las arañas del salón de baile de T. Beach.
Esa locura de Lola Valerie Stein, de Lol, esa locura que es temida y observada por Tatiana Karl, por su amante, por el amable esposo Jean Bedford, me recuerda los bordes por los que transitan otras vacuidades.
No hay angustia en Lol (aunque les imponga a los otros esa ley), pero entonces...¿qué hay en ella?
Al parece no hay dolor en su no ser, hasta que la vida irrumpe, hasta que el deseo irrumpe y el deseo es para ella el pasaje a la locura. Ella dice: "Ya no estaba en mi lugar. Ellos se me llevaron".
James McNeill Whistler: Symphony in White,
No.1: The White Girl, 1862.
(¡"Ellos se me llevaron"! ¿Se puede escribir algo así, tan genial, tan preciso?)
Y luego está esa prosa de Duras, esa prosa que es como poesía novelada, casi perfecta, sonora, como si la materialidad de las palabras tuviera una presencia en uno, hiciera eco en nuestro pecho, marcara el ritmo de nuestra respiración...
Nos toca (pero de verdad nos toca).
Porque nosotros sí sentimos, no estamos vacíos, es imposible que la lectura de Lol (y de Marguerite) no nos afecte (estamos afectados), pero es una afectación de la palabra escrita, una afectación no sólo de la metáfora, de la metonimia, es decir, del uso de las figuras retóricas; de la estructura, de la eficacia con que maneja el entramado MD; de cómo va enrareciendo los climas, de como escuchamos la música en el baile o los ensayos del esposo de Lol, con su violín (ausente él, presente en la música que a ella parece dejarla indiferente), de cómo vemos (y miramos) como ve (y mira) Jaques, el narrador (arrebatado)...
No es eso, no solamente eso.
Sospecho.
Es también su textura, el dibujo de las letras, de los sonidos (nos repetimos en voz baja o alta: Lol V. Stein, Lola Valerie Stein, Tatiana Karl, Jaques Hold...)
Porque Marguerite escribe historias de amor, como bien señala Lacan, al compararla con la Marguerite de Angulema del Heptamerón...
Escribe para saber...
Aunque “escribir es tratar de saber lo que uno escribiría si uno escribiera”, sostiene MD una vez. Y parece que dice que no entendió nada, o casi nada, de lo que Lacan dice que ella sabe en su escritura, que ella escribió, aunque ese desde ya es otro tema. No sorprende.
Bernini, Éxtasis de Santa Teresa, 1645

Volvamos a Lol y su arrobamiento, su encantamiento, su secuestro, su hechizo, su ravissement.Miramos, no podemos escapar de ese mirar a Anne-Marie Stretter y a Michael Richardson (nosotros nos vamos también con ella, al mirar el baile, la elegancia de ella en su traje de noche, la esbeltez de su escote que no es el nuestro, que nuestro amor no mira). La vemos (yo la veo) como cuadros de Modigliani, como películas de Visconti, por ese alto grado de sofisticación, de elegancia, de belleza: como si fuera una escena de La caída de los dioses (1969), por ejemplo.
No podemos evitar mirar desde el campo de centeno a Jaques Hold y a Tatiana, desnuda bajo su melena oscura, gozando de sus cuerpos en la cama del Hotel de Bois.
Nosotras sí sufrimos.
Elegimos. ("Lol se casó sin haberlo deseado, sin pasar por el horror de la elección", es decir, sin la pérdida que implica una elección siempre, eso que produce horror por lo que dejamos, perdemos).
Amamos y sufrimos, cuando nuestro amor nos abandona.
Sufrimos cuando sucumbe ante la presencia de otra que nos lo arrebata.
Nos perdemos cuando no nos mira, cuando no arde en su mirar el arrebato del deseo (de nosotras), y también cuando eso ocurre.
Entonces creemos en los gestos de Lol como si fueran los nuestros.
Como si fuéramos MD y creyéramos, como ella, que "el amor no existe más allá de unos instantes.Es la imposibilidad misma, real, de cambiar el curso de una vida."**
Creemos en las parodias, las imitaciones, de otras Lol que sin ser psicóticas se hacen pasar por locas, y encarnan brevemente en esta o aquella persona, les creemos su sufrimiento, sus arrebatos, sus abatimientos, como si fueran otra cosa de lo que son, imitaciones vacías, y muchas otras cosas más que no sabemos.



Aclaración:
pido perdón a los que saben, a mis amigas psi, a los críticos literarios,etc, es sólo entusiasmo de compartir mi primera lectura, en esta preciosa edición de El arrebato de Lol V.Stein de Tusquets (2010), cuya portada está ilustrada por un autoretrato (au bord de la merde de Romaine Brooks (1874-1970), que me recuerda a mi amiga N. N, desde ya, es más bella y femenina que Romaine pero tiene algo de su languidez, de su misterio, incluso en su corte de pelo y en los ojos redondos y brillantes, y en su elegancia).



Sinopsis

Lol V. Stein, con sus radiantes 19 años y a punto de casarse, asiste una  noche a un baile en el Casino de la playa de T. Beach , y presencia un flechazo entre su prometido, Michael Richardson, y una mujer mayor y desconocida, Anne-Marie Stretter. Después de bailar toda la noche, ellos se van, lo que provoca una crisis en Lol, que incluye gritos, desmayo y un anudamiento con esta escena.La muchacha cae en un estado de locura, y todos en su ciudad natal,S. Tahla, la compadecen por el sufrimiento de haber sido abandonada cuando estaba a punto de casarse. Quien narra este acontecimiento, y la continuación de la vida de Lol (que se casa y forma una familia burguesa "normal"), es Jacques Hold, quien 10 años después integrará un trío amoroso con Lol y su ex-compañera de colegio, Tatiana Karl, testigo de la escena del baile.

* Duras, Marguerite, La pasión suspendida, entrevistas con Lepoldina Pallota della Torre, Paidós, Buenos Aires, 2014,pág. 193. 
** Ibidem, pág. 186.