jueves, 30 de noviembre de 2017

Dale, okey

Dale, okey. Vamos a vernos corazón.
Dejemos los peros y los superyós en algún cajón.
Las gramáticas de él, ella, ellos. Los de antes, los de ahora. Hagamos un recreo en la gran urbe, Babilonia también alberga algunos refugios, sólo es cuestión de buscarlos y tomar posesión unos momentos.
Seamos unas horas nosotros. Hagamos nuevas canciones y nuevos recuerdos para las horas negras y los duelos. Como ese del jardín, o aquel de la cocina, el que vos quieras.
Para calentar los pies en el invierno.
Hagámoslo.
No necesitamos mentiras ni promesas, ya nos sabemos.Ya sabemos en lo que somos felices un instante de tregua.
Una vez por década por lo menos, riamos como niños o, mejor, como esquimales.

martes, 28 de noviembre de 2017

En jirones quedamos

A sale un tiempo con B. A es un hombre ya maduro, y casi un arquetipo del proyecto burgués. Vive en San Isidro o en San Fernando o en Olivos, zona cheta, casa con jardín y pileta, esposa, dos hijos y un par de perros.
A parece haberse enamorado de B.
B es mucho más joven y bastante rebelde, feminista, madre soltera, sale seguido con sus amigas a escuchar bandas de rock y al teatro.
B parece perdida de amor, loca, desquiciada por A.
Sus amigos no pueden entender qué le ve o porque se obstina en ese amor desgarrado y miserable, donde A es generoso con todo aquello que nada le cuesta, como el dinero, y amarrete con lo único que vale la pena, el amor.
Cuanto más imposible se vuelve A, más lo desea B, como es usual.
A promete montañas, soles, lunas, planetas y divorcios, aunque B se conformaría con esto último y unos días en la playa o en un lago, preparar una comida juntos, ir al cine. B también sueña más allá de esto, sueña hijos pero no lo dice, ni a A, ni a sí misma.
B pasa mucho más tiempo llorando que gozando, pero....cuando A la abraza.... No hay palabras porque no las hay para hablar de lo que se ama, y B ama a A.
Un día a la salida de un concierto, B se cruza C, a quien conoce de vista. Ese día B la ha dejado plantada en una fiesta, y se ha ido de viaje con su mujer, así que B está partida al medio con una mitad apenas viva y la otra muerta. C la invita a tomar un trago y B, al tercer trago lo encuentra encantador y se va con él a pasar la noche. Cuando A regresa, B le dice: o te separás o me voy con C.
A hace muchas escenas de celos, llora, despliega toda clase de estrategias y promesas, manipula, promete, hace a medias y finalmente, recula.
B llora  sufre, duela, mientras se acuesta con C extrañando a A.
C hace un mal papel, pero aunque lo sabe, se obstina en ser premio consuelo.
Como es lógico, B termina por olvidar a A, y en esa misma operación, deja de acostarse con C y en cambio, conoce a D e inicia una deliciosa historia de amor.
Un día B se entera que A ha muerto.
La muerte de A, a quien B lleva años sin ver ni recordar, en quien no piensa casi nunca, de cuya cara se ha ido olvidando, lo trastoca todo.
Y aunque todo esto pueda parecer un risueño y ligero juego de letras y palabras, en jirones quedamos cuando se mueren nuestros amores, o los que amamos.
 

domingo, 26 de noviembre de 2017

No soy tu cofre de plomo

Te estoy agradecida, no lo dudes. Por este frescor de primavera, quién podría no tomarlo, bocanadas.
¿Pero de qué cuidan tus abrazos, tus caricias -que son como una piel de lobo para sobrellevar un invierno de guerra-, cuando empiezan el verano y los tiros?
Pero también la fiesta, dulce fiesta, el baile, eros naciente, el cuerpo que pide.
Bailar como una joven desnuda pintada por una artista alemana que murió a principios del siglo pasado, y más.
¿De qué me acunan tus brazos fugitivos cuando todo es miedo, si tu fuga está hecha de silencio?
Yo no puedo con tu [no lo diré, he aquí mi lealtad], ni con tu [su contrario], sin palabras.
No puedo (casi) nada sin palabras.
Con palabras soy valerosa, incluso, puedo hacer por un rato el papel de heroína.
Puedo adaptarme a otro guión cuando quieras.
Con palabras, a veces, me arrojo a la osadía y tomo los riesgos sin calcular, aunque termine como una presa que ya sabe de antemano que tiene pocas chances, porque desde tres lados distintos la persigue un cazador chino. El cazador chino deja una alternativa abierta a la esperanza, a la inquietud de la vida: hay una posibilidad de escapar por un flanco. Se huye hacia el futuro, se huye hacia otro amor, se huye a un escenario donde ya se despliega un nuevo libreto que interpretaremos lo mejor que podamos mientas duren los carnavales.
Te estoy agradecida por el vino, ese, el primero, y esa charla sin tanta mascarada (parecía, era mi deseo que inventaba realidades donde no las había, pero había una pequeña verdad, había tus palabras).
El capricho a veces impone la voluntad de ser salvaje y ser al mismo tiempo tan urbanos como poetas que no saben escribir pero añoran el siglo XX, y sus pinturas y sus sueños, incluso, sus tragedias, porque hasta cierto punto esas tragedias tenían otra escala.
Escucho la palabra envolvedora del filósofo poeta, me lleva a mundos que yo quisiera no abandonar nunca jamás, donde hay conversaciones que todo lo trastocan, lo oscuro y turbio, por momentos, resplandece como si alguien iluminara repentinamente con una linterna mis soles negros.
Te vas, te estás yendo, pero yo no soy Marcel y claramente no sos Albertine, porque, mal que nos pese, el mundo nuestro y aquel, tan romántico, tan humanista, no se parecen como quisiéramos.
Pero si tal fuera el caso, somos más Sodoma y Gomorra que muchachas y muchachos en flor.
Aunque es suave tu piel y honesta mi risa. Y lindas las horas que ya no son y que fuimos siendo. Y bello, tu plumaje desplegado para la conquista, a qué negarlo. Ese abrazo que no llegó a ser beso, ese que termina en punto y aparte como una sonata inconclusa o como el movimiento de una bailarina que olvida la coreografía y se deja llevar, es el que mejor nos define, tal vez lo sabíamos, pero...Porfiados.
Quisimos ser gerundio porque el pasado siempre es imperfecto. Y no daba, no estábamos dando.
Te estoy tan agradecida, que ni siquiera cuando me enojo o cuando te olvido, lo pierdo de vista.
Zarpan naves, se hunden submarinos, matan pibes.
Y dicen que hay por ahí alguien que una vez más (incesantemente) nos reclama nuestra libra de carne.
Yo la entrego si es el precio a pagar.
Y ojalá encuentres tu cofre de plomo.
(Yo soy de plata, no soy para vos).

martes, 21 de noviembre de 2017

Como ella quiere, y no sabiendo


"El saber no sabiendo es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo jamás le pueden vencer;
que no llega su saber a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo".
(Sor Juana De la Cruz)


"Es la ley de Lol. 
Una demanda que hace que ella reclame ser besada sin pedirlo. 
Hold lo dice: ella quiere estar con él, pero como ella quiere".
(Mónica Torres, "La solución Duras")

Leo del ser de a tres de Duras, según Lacan, según Miller,* leyendo ambos a Lol V. Stein y su arrebato de amor, del que ya he escrito aquí.
Noises off, P. Bogdanovich, 1992
Puede que no entienda casi nada, pero si leo a Duras soy allí, como Lol o como un personaje de Silvina Ocampo que ama desesperadamente porque imagina, y cuanto más imagina más cela, y cuanto más cela, más desea.
Y es por eso que nos resistimos al amor. Porque nos resistimos al dolor,y es imposible una cosa sin la otra, el precio a pagar con una libra de carne de nuestro corazón.
Son tiempos de retaceo y negociación, regateamos como si vendiéramos mercancías en una feria de un pueblo costero, un toma y daca que nos deja a todos más pobres, más solos, pero (otra falsa premisa) más seguros.
Y encima, en las redes, todo lo imaginario se amplifica: los pequeños comercios de afectos expuestos, puestos en escenas, escarceos y despliegues de plumajes propios y ajenos, cortejos semi públicos,mascaradas para encubrir los verdaderos romances, persecuciones torturantes, indiferencias extenuantes, espionaje detrás de cortinados y trampillas virtuales donde -por más que nadie roce a nadie, todos vemos y miramos-, e igual van a parar allí los cadáveres, los gusanos, los prejuicios, los deshechos y las entrañas heridas de muerte de los que se atreven a salir de libreto.
Un poco de comedia que hace llorar, un paso de tragedia que hace reír.
Una pieza dentro de otra pieza, como si fuera una comedia de enredos de Lubitsch, Bogdanovich o DaríoVittori.

John Everet Millais, Ofelia. 1851.
Óleo sobre lienzo, 76,2×111,8 cm. Tate Britain. Londres
***********
Pero a la vez no soy ellas, ni Lol ni los personajes de Silvina, (ni mucho menos ninguna Ofelia, aunque aveces pueda acudir en tu ayuda) que aveces recogen -y gozan de hacerlo aunque lo padezcan- las migajas que sus amantes les destinan luego de amar en otras.
Incluso, si sus amados (también, o más) aman a otras, estas Silvinas que nos habitan, arden más hasta consumarse y consumirse.

De amar sé menos cada vez, pero quiero hacerlo a mi manera, quizá sea toda la sabiduría amorosa (si es que tal cosa existe) que una mujer pueda encontrar.
Pero, acaso, amar, gozar, desear, ¿es posible vivir algo de esto como si no existiera toda la literatura y el arte que nos construyen (a nosotras, a nuestro deseo, al prisma a través del cual comprendemos y sentimos la experiencia?).
La otra, la escena temida, el ser de a tres, no sé qué es para los señores genios del lenguaje y del inconsciente deseante.
Apenas sé (yo) que en ese espejo puedo perderme, puedo pasar a un mundo más fantasioso que el de Alicia, puedo amarte incluso solo a condición de que sigas siendo de ella, pero, ¡ay de mí, ay de nosotras! Me he cansado.
No quiero saber más de ella, mi fantasma, tu goce, mi tortura.
Ser o ser, E. Lubitsch, 1942.

*********
¿Me atrevo?

Quiero estar en la escena,quiero ser yo sin esa otra.

¿Será posible?

Nada sé.

Pero por favor, haceme reír esta primavera, con eso bastará.







* Ver más en http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/002/template.php?file=arts/variaciones/torres.html

lunes, 20 de noviembre de 2017

Que todo sea música y poesía

Camille Claudel, El gran vals, 1905
"Had we but world enough, and time..."

(Andrew Marvell, A su esquiva amada, alrededor de 1650: "si tuviéramos tiempo y mundo suficientes")

Cuando te pienso sos tan real que mi piel lo sabe antes que yo.
Sabe de qué estamos hechos, sabe del dolor que nos constituye, sabe de lo irremediablemente perdido que añoramos a veces, de los duelos que hemos hecho por lo que pudo haber sido.
Y del galope de los caballos salvajes.
Pero también sabe que estamos hechos, según dijo el poeta perro latinoamericano (y yo misma  tergiverso), de sangre, carne, semen, flujo, risas y lágrimas.
Cuando te pienso mis ojos saben antes que yo de qué estás hecho.
Se sosiega un poco el caos, hablamos, entonces pasamos de ese estar en medio de una pelea injusta y brutal de todos contra todos, para solaz de los amos, a un cierto orden de los cuerpos. No se trata de un orden controlado, es más bien una sustancia organizada por el deseo. Una pequeña tregua, un mínimo acto de arrojo.
Cuando nos abrazamos el mundo parece un poco más alegre, o menos triste, que es casi lo mismo pero distinto.
Cuando estás cerca hay más libertad. Hay más belleza en estos movimientos, la sangre fluye, nos desplazamos hacia alguna parte que puede ser externa a nuestro abrazo pero habita a la vez en nuestro sistema nervioso.
Ninguna ciencia sabe cómo explicar esto que estamos siendo nosotros y el mundo.
Nosotros somos también los nuestros y los que fuimos antes de encontrarnos. Y lo que imaginamos, incluso, todo eso que nada tiene que ver con este hic et nunc, que existe como posibilidad de un mañana que no podemos saber si llegará.
Somos todos los hombres y las mujeres de nuestros linajes, pero somos únicos.
Tu olor es como una propuesta que acaricia.
Suena The zombies.
No quiero saber más nada de los demonios por un tiempo.
Quiero irme al mar, al bosque, a la montaña, al río sin orillas.
Me hundo en el agua de un lago en la cordillera y el frío golpea mi pecho.
Eso fue en otro tiempo pero también es ahora, porque la palabra puede hacer esa magia.
(Inventarnos también a fuerza de decir: vos, yo, nosotros.
Necesitamos pronunciar nombres, enunciar una gramática que nos de forma y sustancia para escapar al vacío y a la nada que apenas sospechamos).
Paula Becker,
Niña en un bosque de abedules

Pero aun así, esto es la vida: zambullirse, emerger de un salto y llenar el pecho de ese aire que todavía conserva la memoria de sus remotos orígenes.
No quiero leer los diarios ni los portales ni mucho menos ver tele. Apenas las redes. Algo de radio.
Quiero que todo sea música.
Bailar hasta que me duelan las piernas.
Correr hasta que el cuerpo lo quiera.
Quiero leer poesía. Quiero escuchar las canciones que me envuelven cuando te pienso, te invento, te imagino, te encuentro, te detesto, te olvido.
Quiero una tregua que calme todo este asunto del vivir encarnados y ensartados por esta brutal manga de seres desalmados y enfermedades inventadas por la codicia.
Siento, como Paula Becker o la desesperada Camille Claudel y tantas antes que yo, que es preferible tomar riesgos a tener la vaca atada.
Es preferible escribir tonterías y deambular por ahí como las  artistas "locas" de principios de siglo que encadenarse a la muerte del desencanto y el desamor entre sábanas de seda y comodidades que enmascaran agonías.
No es romanticismo, lo juro, es supervivencia, es mi corazón que se niega a dormirse antes de tiempo.
Quienes están seguros y confortables quizá me miren con desdén o compasión. Nada saben del gozo (efímero, claro que lo sé), que muta a abismos profundos cuando el frío invierno llega; y aun así elijo cada vez.
Caer.
Prefiero caer, caer y perder, perder una vez más.
Sospecho que hay más calor en la caída que en  esas casas calefaccionadas rodeadas de alambres de púas y juguetitos TEC  para sentirse menos solos y menos angustiados.
Más calor en un abrazo de dos cuerpos que mienten lo menos posible, que se animan a quitarse las máscaras que usamos para no ir tan desarmados en medio de la jungla de predadores.
Respiro.
La libertad de llegar a ser quienes somos al menos un instante mientras el río sigue corriendo y el mundo escupe sus cadáveres.
Te miro. Sonreís. Sonrío.
Y eso a veces es suficiente para seguir: el movimiento de la vida en movimiento hacia todo eso que nunca sabemos.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Como esos astronautas

Ilustrador: lourenço mutarelli
Toda esa estética tan #RobberMiloLockett
todo robado, todo impostado, nada genuino.
Todo mentira y simulacro.
Todos esos ricachones de #cartónpintado, que ni para esnobismo les da el piné
y se ponen sus zapatillas hechas por manos de niños y niñas esclavas y se creen que eso les da estatus social y
son más esclavos que los esclavos, me dijo. Así, sin pausa, sin tomar aire para respirar.
Esclavos que gozan someterse al amo.
Entra un pibe, nos vende su mercadería: hilos de coser, pañuelos de papel, linternas que duran unos pocos días.
Todo hecho en China.
Él es una mercancía que vende mercadería.
Nosotros mercancías que compramos su mercancía para sentirnos menos peor.
Es la mercancía de cualquier gran urbe latinoamericana.
Fea, berreta, mugrienta.
Tiene un piercing en la nariz, no llega a los 10 o los 11, o tal vez sí, pero está desnutrido y eso confunde.
Sin embargo sonríe como si todavía le quedara un resto de inocencia oculta en las mitocondrias de las células de su epidermis.

Le pregunto algo para entablar conversación.
Nadie me mira, nadie me habla, me dijo una vez un vendedor callejero de medias.
Nadie nos registra.

Eso es lo peor.
Nadie te ve, nadie te ama, nadie se preocupa si no llegás a casa.
Si total sos una putita.
Un faloperito.
Si sos minita.
Si sos un negrito.
Es como cuando tu mamá no te da bola, pero mil millones de veces peor.
Es como si tu amante te ignorara, pero un trillón de millones de veces más doloroso.
Es como estar condenado a deambular eternamente en un desierto sin oasis, sin día, sin noche, sin tregua.
Como esos astronautas que arrastra la gravedad hasta el infinito.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Caprichito cariñito

I
Nada.
Eso queda.
Un vacío, un estertor.
Un pequeño nudo en la garganta pero, también
un anticipo de otra primavera.

Hubo quizá miles de cientos de partículas y moléculas que hicieron entre nosotros miradas.
Miel en bocanadas.
Agua en el desierto.
Todo lo que quisimos que hubiera, todo lo inventamos, todo lo que deseamos y lo que no deseamos, ¡ay! también...
Se pueden vivir mil vidas en dos días y mil muertes en un instante.

Mirame.
Quereme.
Cantame.
Cojeme.
Nombrame.
Y después, sigamos adelante.

II
Infancia entre las plantas, trepamos a los árboles como si no hubiera un final, la tierra en nuestras manos, caracoles, perros, inmensos cielos y frisos de castillos medievales poblaron nuestras imaginaciones de futuros dispersos.
Es como ser muchos contados por esta voz, es como ser otros y ser nosotros, los que fuimos, los que no pudimos o no quisimos ser, los que olvidamos.
Hermanados en nuestra desdicha y en nuestra esperanza, sucumbiendo a aquel cariño que crea filtros y engaños.
Puentes y abismos.
Creemos que los demás siempre viven en paraísos, que son amados y que el infierno es nuestro país cuando algo nos duele. Así lo siente la infancia, así se marca en esos pequeños corazones que tiemblan.
Tu casa se desmorona, tu padre te abandona, la muerte te visita, secuestran a los jóvenes.
Habitamos el planeta de lo oscuro y ominoso, tortura y cacería,
bombas y milicos genocidas, exilios, viajes, silencios, secretos, desapariciones.
Pero nuestras manos dibujan animales de colores, y nuestras miradas brillan puras  y expectantes.
Corremos en los jardines robados.
Teníamos el arenero y la infancia clandestina, la amada niña sin madre, el pibe Huckleberry Finn, la que tenía televisión en color, el que se murió demasiado pronto, la bella rubiecita, "las más grandes".
Ese calor nos habita todavía.
El caballo de los GS.
La tortuga mordedora.
Los gusanos de seda.
Seda: tu mano acariciando mi estío.
#Nuestrapiel.

III
(Ya la olvido, a vos, y a tu mano, a la caricia, pero no al deseo. Lo escribió el gran poeta florentino: "que en mujer muy poco el fuego dura como el tacto y la vista no lo enciendan", o algo sí, lo cito de memoria, no lo googleo)
Me vuelvo estatua de mármol, tus labios no me besan pero tampoco los anhelo.
Nada sobrevive cuando nadie lo cuida.

IV
Sabíamos las capitales del mundo, paralelos y meridianos y cuentos que eran como viajes intergalácticos.
Y a Poe, y al romancero español.
Y El país de las sombras largas.
Quise reír junto a vos, pero tu risa se escapa al inframundo.
No sé de qué sustancia además estamos hechos.
¿Vos te pusiste oscuro ni bien se te apagó la infancia o fue después?
Mucho tiempo pasó.
No me di por enterada, no sucumbí a tu encantamiento.
Teníamos sueños revolucionarios y mochilas livianas para irnos de viaje, y no para aplastar a otros con palabras venenosas y silencios cobardes.
Entonces, aunque ahora inventemos otra historia, me dejabas fría como la piedra, e indiferente.
Si claro, hay un poco de cariño, corazón, por los tiempos pasados.
Por esa, tu arrogancia adolescente que podía tener cierto atractivo para algunas chicas que no eran yo.
A mí, la nada misma.
Tal vez ahí intuía un dolor que me causaba empatía, una desesperación, un borde hacia alguna clase de abismo.
Todos éramos un poco parias, todos un tanto desesperados, sólo que todavía no lo sabíamos.
Después por suerte tuvimos bastante rock, y militancia para entender y desentender y olvidar lo que sabíamos.
Vos podrías creés que estás acá, en mis palabras que no leerás,
pero yo escribo para inventarte.
Tu ego te mutila.

V
Si no hay amor,
que haya al menos palabras.
Haremos un poquito de literatura tal vez, en otra vida.
Las canciones son armas de doble filo: a veces enamoran, a veces desencantan.
Los hombres casi nunca entienden el deseo femenino.
El arrebato.
La complacencia.
De pronto el éxtasis nos hace sucumbir: un tono, una palabra en el oído en el momento del amor, un olor que nos causa un escalofrío en la médula.
La nuca, territorio sensible.
Nada de lo que ustedes creen.
Todo distinto.
Y de pronto, ese gesto que todo lo destroza, cae el ángel, se vuelve un pequeño demonio de la legión de los turbios,
mientras tanto yo
escribo para poder quererte un poco.
Te dibujo con palabras que te hacen mejor y peor de lo que sos.
Más importante, (casi verdadero) de lo que nunca serás.
Caprichito.
Cariñito.
Te sentirás tan poderoso, así retratado
pero nadie es acá, somos palabras imaginadas.
Te invento así para poder quererte y después odiarte.
Y rápidamente olvidarte.
El maltrato no seduce a las personas, solo las envilece.
Pero está tan de moda
que dan ganas de zambullirse en el mar hasta que un tornado se lleve toda esta mala leche.



miércoles, 8 de noviembre de 2017

Una tuna en primavera






"Me he de comer esa tuna 
Me he de comer esa tuna 
Me he de comer esa tuna 
aunque me espine la mano".



Me comí una tuna,
o al menos eso intenté.
Me enseñaste el fruto,
moví la cola, perra al fin.
Mi deseo quedó a la vista.
A tu juego te llamé.
Rápido, demasiado rápido
me espiné la mano.
Un dolor superficial que convoca a otros dolores más profundos.
Una gotita de sangre roja como tus labios en mis sueños.

Ahora, a despinarse.
Saco una espina: tu risa se acalla.
La pulpa del fruto aún me tienta.
Saco otra espina: tu nombre estalla como una supernova enana, los fragmentos dan vueltas por el universo y se alejan hacia la galaxia de la nada.
Tal vez alguna espina se haya hundido debajo de la piel, (malditas canciones), pero estamos a tiempo de resolverlo.
Una espina hoy, otra mañana,
no hay daños mayores.
A pesar de eso, la primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido.