sábado, 10 de marzo de 2018

No me dejes el invierno

Embriagada de vida en el verano, sabiendo que el otoño llegará aunque se demore y habrá un frío cruel además del odio, y tendremos que esperar un año más como la cigarra.
Pero vos igual te vas como si tuviéramos mucho verano todavía, o será que en otro planeta está tu primavera y yo no soy ni tu flor ni tu mariposa.
Te vas y a mí me distraen los papagayos, con sus plumas de colores y sus graznidos impetuosos.
Sus vuelos atrevidos hacia las montañas nevadas me entusiasman y se llevan el sonido de tu voz, con sus contrastes altisonantes: intensa cuando explicás el mundo,  terciopelo cuando me hablás al oído,  alegre y fuerte cuando cantás amores, selvas, revoluciones, soledades y alcoholes.
Te vas y yo me duermo en el arrullo de unos ruiseñores de ensueños.
Te vas y te llevás las mejores canciones.
Te vas y me dejás todo el silencio que precede a la caída de las hojas.
El ciruelo enrojece, y yo observo sus colores como si alguna vez los hubiéramos visto juntos.
Acá siempre llueve cuando tengo miedo.
Acá nunca estás cuando florecen los jazmines y los colibríes visitan mi jardín.
Por favor, no me dejes el invierno.

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